martes, 18 de enero de 2011

Fic "Esquizofrenia!" Cap 3


Como Rose y el Sr. Lacroix se fueron, y yo no sabía donde estaba la oficina del Sr. Kaulitz, no me quedó otra que esperar donde me había indicado Rose. Me senté y los nervios se apoderaron nuevamente de mi. Resé para que Jake no volviera en este preciso momento. Verán, yo sufro de esquizofrenia desde los 17 años.

Normalmente la esquizofrenia en adolescentes desaparece en unos meses, pero en mi, no. Fui uno de los casos en los que la enfermedad anda contigo. Yo oía voces, voces que me incitaban al suicidio, e incluso al homicidio. Una vez casi mato a mi hermano Gustav. Jamás lo podré olvidar. ¡Esa maldita voz que me ordenaba como si yo fuese su esclava y debía obedecer! Hasta tenía nombre. Se llamaba Jake, era una voz horrible y autoritaria. Le temía demasiado. Incluso a veces lo veía. Jake controlaba todo lo que hacía y lo que no.
Jake me atormentó 2 años enteros...años en los que mi vida se basaba en terapia, psicólogos, psiquiatras, clínicas mentales y un montón de medicamentos.
Al menos eso logró borrar a Jake. Por un tiempo... La última vez que Jake volvió fue hace 2 meses. Dijo que yo debía matar a mi hermano. Por Dios.. Me decía que debía cortar su cuello. Menos mal Gus estaba consciente de que yo jamás haría eso por voluntad propia. Esa última crisis fue horrible.

Estaba en la cocina y comencé a escuchar murmullos, de pronto mis oídos se agudizaron y escuché la risa de Gustav. Ahí fue cuando Jake apareció después de mucho tiempo.

Flash Back

-¿Sabes de que se ríe?.- Oh por Dios..¡Es Jake!
-¿¡Que haces aquí!? ¡Tu no existes!.- Cerré mis ojos con fuerza e intenté ir donde estaba Gus.
-Te vengo a iluminar, no pensaste que me iría tan fácil, ¿no? Ahora estoy mas presente que nunca.- Dijo con un tono de voz muy grave, característico de él.
-¿A iluminarme? ¡JÁ! Ya no te tengo miedo Jake, tu no existes.- Dije tratando de convencerme a mi misma de que no tenía miedo.
-Claro que si, MIRAME.- Ordenó, cuando abrí los ojos lo ví a él justo frente a mí.
-¡NO!¡NOO!.- Grité desesperada.
-Mata a tu hermano si no quieres que esto se ponga peor.- Me amenazó.-El te quiere matar a ti. Mátalo antes de que lo haga. ¡HAZLO!.-Me grito en la cara mientras yo lloraba y tapaba mis oídos apretando los dientes sin saber que hacer.
-¡NO!.-El miedo se apoderó de mi y abrí el cajón donde estaba repleto de filosos y punzantes cuchillos.- Noo.. que hago Dios.. ¡QUE HAGO AYUDAME!.- Saqué un chuchillo enorme y lo empuñé con mi mano.

-¡OBEDECE AMANDA! POR ALGO ESTOY AQUI, ¡HAZLO!
-NO QUIERO.
-¡¿Amanda que te sucede?!.- Gritó Gustav mientras bajaba las escaleras.
-¡GUSTAV NO TE ACERQUES! Es Jake.- Lo último lo dije con la poca voz que me quedaba a causa del miedo.
-¡¿VOLVIÓ?!- Abrió la puerta de la cocina y quedó inmóvil mientras me veía a mi con el cuchillo empuñado en la mano. Un silencio fatal de formo en el ambiente- Amanda.- Susurró.- Todo está en tu cabeza, aquí solo estamos los dos.- Continuó susurrando. Yo podía ver lo nervioso que estaba con solo ver el lento movimiento que hacia su garganta al tragar.- Amanda, no hay nadie. Mira bien.. ¡NO HAY NADIE!-Gritó y tomó el cuchillo.

Ambos forcejeábamos con el filo del cuchillo amenazando con rasgar algo mas que ropa.
-¡SUÉLTAME IMBÉCIL! ¡SUÉLTAME!
-¡NO! Deja ese cuchillo ahí ahora…
-¡NO! Yo debo…yo debo... Debo..- Me desmayé y desperté poco antes de que llegara la ambulancia.

Luego de es episodio, volví a terapia. Y todo va muy bien. El doctor dijo que esa crisis fue desencadenada a causa de estrés, por todo lo que conlleva egresar de la universidad.

Ahora estoy muy bien. Solo que soy un manojo de nervios. Y mi mal humor aumenta...


- ¡Srta. Amanda!- La voz del Sr. Kaulitz me llevó al presente nuevamente.
- Sr. Kaulitz.- Me paré del sofá donde estaba.
- Pensé que esperaría en mi oficina.- Dijo sacándose las gafas.
-Si.. Esque, le pregunté a la secretaria y me dijo que esperara aquí.
-Aahhh.- Suspiró.- Rose, rose rose... Siempre haciendo las cosas a su manera.- Dijo negando con la cabeza.- Venga, acompáñame. Caminó por un pasillo y yo lo seguí.

Entramos a su oficina y yo me sentí como en el taller de un artista incomprendido. Miles de recortes y fotos estaban esparcidos por el escritorio, tanto que no me di cuenta que estaba su laptop encima. En la pared había un diario mural lleno de bocetos de diferentes diseños y una paleta de colores. Desde los tonos mas pasteles y claros, a los mas fuertes y oscuros.

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